Juréia
Esta región casi desconocida es todo un universo de naturaleza y belleza vegetal que merece la pena disfrutar.
Al no encontrarse en un camino principal, concretamente en el de Rio-Santos, resulta prácticamente desconocida y la mayoría de los vehículos pasan por al lado del sendero que lleva a esta playa sin percatarse de los cerca que están de esta maravillosa playa.
Solamente por la imagen de postal que ofrece Juréia merece la pena desviarse y comprobar su extraordinaria belleza: una pequeña bahía con forma de herradura de fina y dorada arena que se une en perfecta armonía con el agua azul cristalina. Hay que verlo para sentirlo.
Esta playa es ideal para la práctica del surf y es especialmente buena para los principiantes porque no suele estar muy abarrotada como otras playas de este tipo. Las olas son medianas y los días ventosos ayudan a adquirir las técnicas básicas para la práctica de este deporte. La mejor temporada va desde abril hasta noviembre y los fines de semana son una gran opción porque la playa se queda casi vacía porque los surfistas prefieren olas más grandes.
La villa es un pequeño centro neurálgico de centros y hoteles dispuestos para la relajación y el disfrute de los que se hospedan en ellos, aunque a veces no agrada demasiado a los más exigentes por su austeridad. Podemos encontrar desde bibliotecas, salas de vídeos, bares y restaurantes, hasta centros de masajes y piscinas. ¿Quién podría perdérselos?
Sin embargo, estamos completamente seguros de que lo mejor de estas tierras es lo que tiene de paraíso ecológico y de naturaleza virgen: las playas de agua cristalina y arena blanca enmarcadas con Mata Atlántica, además de su hermoso lago de agua oscura, emplazamiento de aves magníficas y garzas que están en su paso migratorio.
Disfrutar contemplando estas maravillas, de sus colores y de sus sonidos, tan diferentes de todo cuanto hemos oído, es una experiencia que muy pocos pueden decir que hayan disfrutado.
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